Federico Fellini es, sin lugar a dudas, uno de los mejores directores de la historia del séptimo arte. Un visionario capaz de desarrollar películas complejas pero a la vez asequibles al gran público, de una belleza espectacular y asombrosa, y con mucho corazón. Con apenas 25 años ya firmó el guión de Roma, Ciudad Abierta, un verdadero clásico del cine italiano que además serviría para sentar las bases del movimiento neorrealista en el país. El propio Fellini comenzaría a dirigir años más tarde, entregándonos obras como Los Inútiles, La Calle o la inigualable La Dolce Vita, seguramente uno de los filmes más aplaudidos de su carrera. Capaz de filmar proyectos totalmente complejos e intimistas como Fellini 8 y ½ para luego crear películas tan vistosas como El Casanova, el italiano se convirtió en un referente a nivel mundial.
Y por eso no es de extrañar que sean tantos los que le tengan como una influencia definitiva en el séptimo arte. Su gusto por las historias sencillas pero de gran calado, que él mismo firmaba en ocasiones con ayuda de otros compañeros, le hizo ganarse al público. Su facilidad para cambiar de género sin perder su estilo le permitió sacar adelante proyectos como Satyricon, Julieta de los Espíritus o Las Noches de Cabiria, demostrando una versatilidad fuera de lo común. Fue precisamente con esa última película, lanzada a mediados de los años 50, con la que el italiano se afianzó internacionalmente. Después del gran éxito de La Calle, un año antes, Fellini quería demostrar que estaba en plena forma, y se decantó por un drama que mostraba la cara oscura de los cuentos de hadas modernos. Una mirada casi cruel al mundo de la prostitución, donde se nos cuenta que a veces los deseos no se hacen realidad, por más que queramos. Bellísima, profunda y con una protagonista perfecta, Las Noches de Cabiria se ha convertido, con el tiempo, en una de las grandes películas reivindicadas del genio italiano.
Producción de la cinta
Y es que la filmografía de Fellini es amplia y numerosa, y en ocasiones son muchas, por desgracia, las películas que se quedan fuera de los tops y las listas predilectas. Las Noches de Calabria, además, llegó en un punto de inflexión en la carrera del italiano. Acababa de estrenar La Calle (La Strada, 1956) que le había valido su primer Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa. Dino de Laurentis, su productor, estaba totalmente volcado con su arte y su talento, y le permitía hacer cualquier cosa. Así que Fellini, con la ayuda de su amigo Pasolini y la música de Nino Rota, decidió crear un cuento moderno sobre una prostituta de buen corazón que era humillada y vejada por todos. Una historia triste en la que el optimismo siempre acababa hundiéndose frente al egoísmo del ser humano. Es así como se estrenó Las Noches de Cabiria en 1957.
Sinopsis
La película se centra en Cabiria, una prostituta que trabaja en la zona Oeste de Roma, y que se avergüenza enormemente del tipo de oficio que tiene. Luchadora, fuerte y valiente, porque la vida la ha hecho así, la chica intenta salir de ese mundo de prostitución encontrando al amor de su vida. Los hombres se acercan siempre a ella y la consideran bonita y especial, pero solo buscan un poco de placer. Se aprovechan, además, de su bondad y su ingenuidad, que a veces sale a la luz casi sin que ella lo pretenda. Es así como vamos conociendo mejor a esta prostituta que ha tenido que emplearse en el sexo de pago por obligación, pero busca redimirse. Se encomiendo a San Antonio para encontrar a un hombre bueno que la ayude a salir de ese oficio, pero uno tras otro, todos la engañan y se aprovechan constantemente de ella. Esta Cenicienta no parece encontrar nunca a su príncipe azul…
Reparto de Las noches de Cabiria
Si hay una estrella que sostiene toda la película de Fellini, esa es Giullieta Masina, la esposa del director desde hacía más de una década. Masina interpreta magistralmente el papel de la prostituta Cabiria, que ya avía aparecido en una escena de la película anterior del italiano. Se recupera ese papel para darle mucho más poso y mostrarla vulnerable, pero a la vez fuerte, buscando su camino en la vida y luchando por sus sueños. Una actuación absolutamente conmovedora que le valió diversos premios a su protagonista en diferentes certámenes internacionales. Junto a Masina nos encontramos a otros actores, algo más secundarios, como Aldo Silvani, François Perier o Amedeo Nazzari, con personajes que orbitan siempre alrededor de la prostituta.
Una retrospectiva al mundo de la prostitución
Fellini ya había tratado por encima el tema de la prostitución en alguna de sus anteriores producciones, pero nunca le había dado tanto peso. Como pasaba en otras películas similares que aparecerían en la época, como Irma La Dulce o Nunca En Domingo, el italiano apuesta por edulcorar la imagen de la prostituta. Crea un personaje adorable, bondadoso y especial, del que resulta fácil enamorarse y con el que uno empatiza enseguida. Sin embargo, como malvado demiurgo, Fellini decide que Cabiria nunca será feliz, que está condenada al dolor y al despecho de por vida. La prostitución es un mundo violento y peligroso, donde las chicas están a merced de los chulos y los clientes. La protagonista se avergüenza de su trabajo y quiere conocer a un hombre bueno que la saque de ese mundo. Sin embargo, los hombres solo parecen tener interés en su cuerpo y en aprovecharse de su ingenuidad.
¿Qué tal envejeció Las noches de Cabiria?
Las Noches de Cabiria supuso un gran éxito para Fellini, logrando numerosos premios, como el Oscar a Mejor Película Extranjera o los premios de Cannes y San Sebastián. Asentó al genio italiano en una posición preferente para que poco después lanzara seguramente su obra más popular, La Dolce Vita. El filme, en un blanco y negro muy potente, sigue siendo todo un clásico del cine italiano y europeo por extensión. La actuación de Masina como Cabiria pone los pelos de punta, y crea escuela para mostrar a esa mujer vulnerable pero también fuerte. La música de Nino Rota es un deleite para los oídos y acompaña a la perfección a la historia. Y la película sigue siendo un cuento de hadas perverso y cruel que hoy, más de medio siglo después de su estreno, sigue vigente.