500 días junto a ella ¿qué aprendimos de esta cinta?

Publicado el 28 abril, 2021 por Enrique

El género de las comedias románticas parece absolutamente trillado a estas alturas, y es que ya en los años 40 se realizaban películas de este tipo cuyo argumento, en lo básico, apenas ha cambiado en todas estas décadas. Los fans del género admiten que no es precisamente el más original del mundo, pero disfrutan viendo una y otra vez las mismas historias, con personajes muy parecidos, pero en situaciones y entornos diferentes. Porque habrá quien prefiera el estilo de Cuando Harry Encontró a Sally, y otros que sigan emocionándose con Pretty Woman, por más veces que la hayan visto. Los sesudos que prefieren el humor inteligente de Woody Allen en películas como Manhattan o Anie Hall, y los que son algo más “simples” y buscan la carcajada directa de la mano de gente como Ben Stiller o Adam Sandler.

La comedia romántica sigue sobreviviendo, repitiendo esquemas y sacando muchas películas cada año, de las cuales, sinceramente, la mayoría no tiene mayor relevancia. Pero muy de vez en cuando los astros se alinean  y el milagro ocurre. Una comedia romántica que te hace reír, pero también pensar. Una forma de subvertir los cánones establecidos dentro del género de chico conoce a chica. Una historia que rompe con esas barreras del género y nos lleva a plantearnos realmente qué es lo que buscamos cuando vemos una comedia romántica, y qué es lo que esperamos obtener luego en nuestra vida real. En el año 2009, el director Marc Webb se estrenó en el largometraje con una película llamada 500 Días Con Ella (500 Days of Summer en su título original, mucho más sugerente). Aquella película podría haber pasado sin pena ni gloria por las carteleras, pero desde aquel momento se convirtió en un soplo de aire fresco para el género. Y es que era una comedia anti-romántica que muchos se tragaron como una “pastelada” cualquiera. ¿Qué aprendemos si sabemos mirar más allá en esta película? Aquí te lo vamos a mostrar.

La importancia de las señales

Empecemos por el principio. El protagonista, Tom, es un joven a punto de llegar a los treinta, romántico empedernido, que siempre ha creído que el amor era una especie de objetivo vital para el cual todos estamos destinados. Buscaba señales en todos los lugares, por todos lados, y cuando encuentra a Summer, su compañera de trabajo, se vuelve completamente loco por ella. Cree que ha encontrado, por fin, a la chica definitivamente. Todas las señales apuntan a ello… Solo que no es así. Porque es él mismo quien provoca esas señales y las interpreta como desea, sin pensar en ningún momento en cómo lo estará interpretando Summer. Solo hace caso del tipo de señales que quiere recibir, obviando las demás.

El amor está en cualquier lugar

Y sí, podemos encontrar el amor en los sitios más inesperados, pero tampoco hay que forzarlo. Una compañera de trabajo, una chica a la que recoges en tu coche en una avenida concurrida de Los Ángeles o esa bajista que toca en la boda de tus mejores amigos podrían ser el amor de tu vida, pero debemos serenarnos, por más que nos vendan que el amor es algo intenso, salvaje e inapelable, que no se puede controlar. Nace de lo más simple y sencillo, pero pasa también por nuestra parte lógico, y debemos tener muy en cuenta lo que hemos ido aprendiendo en nuestra experiencia vital sobre el amor  y las relaciones. No podemos pensar que la chica a la que acabamos de conocer va a ser nuestra “media naranja” solo porque nos ha sonreído de esa manera tan irresistible.

Las cosas no siempre deben acabar mal

Hay una escena formidable en la película, cuando Tom va al piso de Summer después de romper con ella y estar un tiempo sin  hablarse. La pantalla se divide en dos, y en la parte izquierda encontramos la expectativas con las que Tom se ilusiona a la hora de acudir a esa fiesta a la que Summer le invita, mientras que en la parte derecha nos reflejan lo que ocurre en realidad. Es tremendamente doloroso ver las diferencias entre ambas escenas, que deberían ocurrir al mismo tiempo, pero sirve para demostrar que en nuestra cabeza, las cosas son de una forma que no tiene que coincidir con lo que estamos viviendo realmente. Una relación ha fallado, porque nuestras expectativas estaban demasiado altas, pero eso no significa que debamos dejar de hablar con esa persona, o que la apartemos para siempre de nuestra vida. Solo somos dos personas que no han sabido ponerse de acuerdo para quererse como se merecen, pero podemos salir de eso.

Date tiempo para superar una ruptura

La relación entre Tom y Summer no dura más que unos pocos meses, pero la resaca de aquel amor frustrado se extiende a lo largo de un año y medio, esos 500 días que Tom tarda en olvidarse, o más bien, en superar lo que le ha ocurrido con el personaje interpretado por Zooey Deschanel. Cuando rompen, Tom está mal y parece odiar todo lo que hay a su alrededor. Lo que antes era maravilloso, porque le recordaba a Summer, ahora le resulta insoportable. Y es que simplemente, Tom sigue con ese amor enconado en su mente. No ha sabido pasar página, y todavía guarda, en una pequeña parte de su cabeza, la idea de que todo se volverá a arreglar, como vemos que piensa al encontrarse de nuevo con Summer tiempo después. Las rupturas son complicadas y  necesitamos tiempo para sanar las heridas emocionales que podamos haber sufrido. No se trata de olvidar a alguien al día siguiente, pero sí de intentar no pensar tanto en esa persona conforme el tiempo vaya pasando.

¿Fue realmente Tom una víctima?

Y llegamos a uno de los puntos que más polémica han traído con respecto a esta película. En su momento, casi todo el mundo pensaba que Tom había sido simplemente un pelele en manos de la maquiavélica Summer, que no había tenido reparos en jugar con él e ilusionarle hasta que se aburrió. Sin embargo, el propio actor protagonista, Joseph Gordon Levitt, ha abogado en numerosas ocasiones por cambiar esa visión, ya que según él, Tom no es ninguna víctima, y si acaso es por culpa de sus propias expectativas y frustraciones por lo que acaba sufriendo como lo hace. Summer le dice desde el primer momento que es alguien especial, pero no quiere compromisos cerrados. Tom, sin embargo, se hace muchas ilusiones, hasta que la situación se rompe y lo acaban dejando, porque están en momentos diferentes de la relación. Summer no es ninguna “zorra”, como muchos han pensado, sino una mujer que se entrega libremente a una relación sin prometer amor eterno a la otra persona

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